La mayoría de españoles sigue pensando que los extranjeros perciben del
Estado del bienestar español más de lo que para él generan. Un informe
de La Caixa -esa entidad tan "roja"- constata que, a pesar de los
efectos de la crisis económica, se trata de una falsa creencia...
España ha pasado de ser país de emigrantes a convertirse en uno de
los de mayor proporción de población extranjera. A principios de los
noventa apenas había unos centenares de miles de residentes extranjeros,
hoy son 5,7 millones. Un fuerte y rapidísimo incremento del tamaño de
la comunidad inmigrante que se convierte en caldo de cultivo perfecto
para que al menos en una parte de los españoles surja una percepción
negativa de la inmigración. Sobre todo si existe un sentimiento de
competencia por unos mismos servicios y prestaciones públicos, y más en
tiempos de crisis.
Pero la percepción que muchos españoles comparten, y que algunos
insisten en difundir, de que los inmigrantes hacen un uso exagerado de
las oportunidades que el Estado del bienestar español les ofrece no se
ajusta a la realidad. El balance, incluso en tiempos de crisis, parece
que sigue siendo contundente: los inmigrantes residentes en España
aportan a nuestro Estado del bienestar mucho más de lo que reciben,
según concluye el estudio Inmigración y Estado de bienestar en España, de la Obra Social de La Caixa.
El balance entre gastos e ingresos públicos de los inmigrantes sigue siendo positivo. Aunque los autores del informe no lo cuantifican, subrayan que los extranjeros aportan hasta tres veces más de lo que cuestan
"Los argumentos de sobreutilización y abuso del sistema de protección
social por parte de la población están injustificados. Los inmigrantes
reciben menos del Estado de lo que aportan a la Hacienda pública",
sentencian los autores del estudio, elaborado por Francisco Javier
Moreno, del Instituto de Políticas Públicas del CSIC, y por María
Bruquetas, profesora de Ciencia Política de la Universidad de Ámsterdam.
Una balanza que parece que se ha mantenido incluso en los peores
momentos de la crisis. Los autores no cuantifican ese balance, pero
subrayan que los extrajeros inyectan a las cuentas públicas "dos o tres
veces más" de lo que cuestan.
Los datos oficiales sobre la aportación de los inmigrantes a las
arcas públicas han quedado desactualizados. La última cuantificación de
los aportes y los gastos es anterior de la crisis. La Oficina Económica
del Gobierno presentó en 2006 un amplio estudio sobre la contribución
económica de la población extranjera. Las cifras no podían ser más
favorables. Los inmigrantes habían sido directamente responsables de la
mitad del fuerte crecimiento del PIB español entre 2000 y 2005 (con un
3,6% de crecimiento medio anual) y su aportación a las arcas del Estado
era francamente positiva: absorbían el 5,4% del gasto público, 18.600
millones, y aportaban el 6,6% de los ingresos totales, con 23.400
millones. El saldo neto de su contribución era de casi 4.800 millones
(la mitad del superávit de entonces del conjunto del sector público). Y,
según el informe de Moncloa, no había posibilidad alguna de que esta
posición se revertiera hasta al menos 2012.
Aportan más que gastan
Ahora, aunque no existen
cifras que constaten negro sobre blanco que las aportaciones de los
inmigrantes siguen siendo superiores a los costes que generan para las
arcas públicas, el balance parece claro que sigue siendo positivo. Los
expertos coinciden en que ese saldo de casi 5.000 millones que recogía
el informe de Moncloa era lo suficientemente cuantioso como para que se
mantuviera incluso en tiempos de recesión. Y, además, el informe de La
Caixa constata que algunos de los factores que hacían que la
contribución de la población extranjera fuera positiva aún se mantienen.
Y es que el texto, presentado ayer en Madrid, va desmontando uno a uno
algunos de los estereotipos que se han generalizado en el imaginario
colectivo español.
España sigue encontrándose en una fase primigenia del asentamiento de
población inmigrante, lo que hace que la inmensa mayoría de los
extranjeros que han venido al país sean jóvenes en edad de trabajar, y
el número de personas dependientes (niños y ancianos) continúe siendo
muy bajo. A medida que el perfil de la población inmigrante vaya
envejeciendo, su contribución neta se irá reduciendo hasta tener un
impacto neutro sobre la balanza fiscal. Pero hoy no pasa.
La inmensa mayoría de los extranjeros son jóvenes en edad de trabajar, y el número de dependientes (niños y ancianos) es muy bajo. Con los años, su contribución neta se reducirá hasta tener un impacto neutro sobre la balanza fiscal. Hoy no pasa.
Según el estudio, incluso en tiempos de crisis y a pesar del zarpazo
del paro, el porcentaje de extranjeros entre los afiliados a laSeguridad Social ha
permanecido prácticamente estable, en el entorno del 10% (del 10,3% el
pasado abril, con 1,8 millones de trabajadores extranjeros que siguen
aportando sus cotizaciones a las cuentas públicas).
En paralelo, menos del 1% de los beneficiarios de pensiones en
España son extranjeros, y más de la mitad de éstos son ciudadanos de la
Unión Europea. La mayoría de inmigrantes, en edad laboral, proporcionan
una aportación neta a las arcas de la Seguridad Social, una situación
que se mantendrá previsiblemente durante las próximas dos décadas. Con
sus altas tasas de actividad y su mayor juventud, los inmigrantes han
contribuido a elevar la proporción a 2,5 cotizantes por cada
pensionista, y con ello habría retrasado en casi cinco años la
previsible entrada en déficit del sistema español de pensiones, de 2023 a
2028.
Es cierto que el porcentaje de gasto social dedicado
a la población inmigrante ha ido creciendo en los últimos años, en
relación al incremento del volumen de extranjeros. De cerca del 1% del
gasto sanitario en 2000 se alcanzó el 5% ya en 2007. "Pero dicha
proporción sigue siendo considerablemente inferior al porcentaje de
inmigrantes sobre la población total", hoy del 12,2%, según apuntan
Moreno y Bruquetas. Y es que está demostrado que la población
inmigrante, lejos de abusar de los servicios sanitarios,
incluso hacen un uso muy inferior al que por su peso demográfico le
correspondería: los extranjeros consultan un 7% menos al médico de
cabecera que los españoles, y un 16,5% menos al médico especialista,
según datos de la Encuesta Nacional de Salud. Sólo la utilización de los
servicios de urgencias es superior entre los inmigrantes que la de los
autóctonos (un 3,2% más).
Los datos desmontan los estereotipos: no consumen más servicios sanitarios, copan menos gasto social que su peso demográfico, aplazan el déficit del sistema de pensiones...
En paralelo, tan sólo el 6,8% del total de las inversiones de losservicios sociales se
dirigen a inmigrantes. Y de éstas, el 60% tiene por objeto informarles
de sus derechos o derivarles a otras instituciones. Por otro lado, el
colectivo inmigrante concentra el 11,2% de los receptores de rentas mínimas de inserción,
por lo que el rango de cobertura es considerablemente inferior al que
proporcionalmente le correspondería dado que los inmigrantes suelen
encontrarse entre los grupos más desfavorecidos económicamente.
En otro ámbito, la presencia de la inmigración ha supuesto un revulsivo para la incorporación de la mujer española al mercado laboral.
La concentración de mujeres inmigrantes en las labores domésticas y en
el cuidado de niños y mayores ha facilitado la compatibilización de la
vida laboral y familiar de las trabajadoras españolas, con el
consiguiente impulso en términos laborales, fiscales y de consumo para
la economía española.
La actitud hacia el inmigrante
Las actitudes de
rechazo hacia la inmigración presentan una evolución creciente en toda
Europa, y España no es una excepción. Se da lo que algunos autores han
venido a denominar la paradoja del inmigrante indeseado: Aunque la
población española entiende la llegada de inmigrantes como una necesidad
por razones económicas, la presencia de esos mismos inmigrantes se
percibe como un problema y como fuente de conflictos. Según el informe Evolución del racismo y la xenofobia en España,
elaborado por iniciativa del Observatorio Español del Racismo y la
Xenofobia (Oberaxe) a partir de encuestas del CIS, el 37% de los
españoles se mostraba en 2009 reacio a la inmigración, frente a un 33%
de tolerantes y un 30% de ambivalentes ante el fenómeno.
Un desencadenante de la xenofobia, especialmente en un contexto de
crisis económica, es el temor a la competencia por unos mismos recursos.
Según el estudio de Oberaxe, un 40% de los encuestados cree que la
protección del Estado al inmigrante es bastante y un 18% que es mucha.
En paralelo, el 56% cree los inmigrantes reciben más ayudas escolares
que los españoles de igual nivel de ingresos; y un 46% entiende que
sucede lo mismo en el ámbito sanitario. Asimismo, un 20% de los
españoles considera que los inmigrantes reciben de las Administraciones
mucho más de lo que aportan; otro 32% percibe que reciben más de lo que
aportan; y un 24% que reciben tanto como aportan. Visto lo visto, parece
claro que las percepciones se fundamentan en visiones subjetivas, no en
datos.
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